El crecimiento del bebé, sobre todo en los primeros meses de vida, es un dato que nos aporta mucha información sobre la salud del pequeño. Por lo tanto, si notas que tu bebé no crece ni engorda adecuadamente, es normal que te preocupes.

¿De qué depende el crecimiento de un bebé?

El aumento de peso y talla de un bebé depende en gran parte de su genética, es decir, de la herencia familiar y del tamaño de sus padres. Es decir, si ellos son muy grandes, es probable que el bebé también lo sea. Y viceversa.

Por otra parte, la alimentación desde el nacimiento y la salud pueden influir también en el peso del bebé, aunque menos en la altura, ya que esta viene determinada en su mayor parte por la genética.

Así, si un niño se alimenta correctamente desde su nacimiento, tendrá menos posibilidades de padecer sobrepeso u obesidad, pero ¿por qué no crece y engorda como debería?

Algunos trastornos o problemas que pueden afectar al crecimiento de un bebé son:

– celiaquía o intolerancia al gluten

– déficit de la hormona del crecimiento segregada por la hipófisis

– hipotiroidismo o déficit en la producción de la hormona tiroidea

– enfermedades graves en el cerebro, el corazón, los riñones o los pulmones

– enfermedad inflamatoria intestinal

– anomalías cromosómicas, como el síndrome de Down

– síndrome de Cushing (niveles de cortisol anormalmente altos)

–  síndromes genéticos poco comunes

¿Qué hacer si no crece?

Si tu bebé no crece adecuadamente, debes consultarlo con su pediatra, quien evaluará si es cierto que no crece como debería valorando su curva de crecimiento personal, elaborada en cada revisión médica con la talla y peso de cada momento. Esta curva debe crecer proporcionalmente, si el pediatra valora que, efectivamente, se ha producido una bajada importante en el peso o la altura, podrá realizar ciertas pruebas al bebé para comprobar si existe un problema de salud detrás. Estas pruebas son análisis de sangre, de orina general y cultivos, de heces y parásitos y una radiografía de muñeca para establecer la edad ósea.

Si se comprueba que el bebé padece algún problema o intolerancia, habrá que iniciar el tratamiento para conseguir que el bebé siga creciendo de acuerdo a su genética. En el caso de tener un problema con la hormona del crecimiento, por ejemplo, se le podría administrar dicha hormona de manera artificial para asegurar que siga creciendo.

Si no tiene ningún problema, se puede revisar su alimentación por si no estuviera comiendo de manera adecuada. Puede que falten o sobre alimentos, que no siga una dieta equilibrada y completa, que le falten nutrientes… o que haya que aumentar el aporte calórico en un 50% por encima de sus necesidades básicas y, además, darle suplementos vitamínicos. Descansar bien por la noche y hacer ejercicio con regularidad también podría ayudarle. Será el pediatra quien decida qué hacer.