La ecolalia es un trastorno del habla habitual en menores de 3 años pero, en niños mayores de esta edad, puede ser un problema asociado a otros mayores como los Trastornos del Espectro Autista (TEA), el síndrome de Tourette, la afasia, etc.

 

 

La ecolalia es un trastorno del habla que consiste en la repetición involuntaria e inconsciente de palabras, frases e incluso conversaciones que el afectado haya escuchado previamente.

 

En niños menores de 3 años, que están aprendiendo a hablar, es normal encontrar un cierto grado de ecolalia ya que su manera de aprender es repetir lo que oyen, por eso es normal que repitan una palabra que acabas de decir. Sin embargo, en este caso no se considera un trastorno ni un problema y desparece solo a medida que el niño aprende a hablar correctamente y amplía su vocabulario.

 

Sin embargo, si la ecolalia continúa pasada esta edad y va acompañada de la imitación no solo de palabras y frases, sino también de la entonación y el niño habla como un robot, de una manera mecánica y monótona, será necesario hacerle más pruebas para descartar una patología mayor ya que la ecolalia en mayores de 3 años se da como síntoma de otras enfermedades como los Trastornos del Espectro Autista (TEA), el síndrome de Tourette, la afasia, la esquizofrenia, una lesión cerebral, etc. Si no se detecta ningún otro problema, puede ser simplemente un retraso del lenguaje.

 

Además, la ecolalia suele ir acompañada de otros problemas del lenguaje como léxico limitado, oraciones mal estructuradas, distorsión de la voz durante la ecolalia y problemas de comprensión. Es complicado entender a los niños que padecen ecolalia, por eso es importante que los padres conozcan a fondo este problema y cómo ayudar a su pequeño.

 

¿Existe tratamiento para la ecolalia?

 

La ecolalia patológica no tiene cura, pero puede mejorarse con un tratamiento multidisciplinar dirigido por un logopeda y un psicopedagogo para que el niño sepa cómo hacerse entender y reduzca el número de repeticiones y la intensidad de las mismas.

 

Además, la intervención de los padres es fundamental. No se debe regañar nunca al niño aunque resulten molestas sus interrupciones y repeticiones ya que no puede evitarlo. Hay que apoyarlo y mostrar orgullo por sus esfuerzos y avances.

 

Es conveniente tener una coletilla para ciertos momentos, como la comida, la hora del juego… para que el niño pueda decir lo que necesita o quiere con solo un par de palabras y que así los padres le entiendan fácilmente.

 

Además, hay que hablar al niño de manera clara, sencilla y directa, usando un vocabulario sencillo y familiar, sin tecnicismos ni palabras complicadas. Se deben emplear enunciados cortos y evitar frases con doble sentido o refranes. Hablarle siempre de forma pausada y relajada y dar al niño todo el tiempo necesario para que conteste. Nunca hay que meterle prisa.