La lactancia es una etapa preciosa que genera un vínculo especial y único entre tu bebé y tú. Con todas sus cosas buenas, es normal que tengas momentos de dudas, incomodidad y dolor, así que aquí te dejamos una serie de recomendaciones para sobrellevar estas dificultades.

Lactancia siempre a demanda

Aunque la frase “la naturaleza es sabia” pueda sonar a cliché, no puede ser más cierta. Tu cuerpo produce leche según las necesidades del bebé y este, por pequeño que sea, tomará el pecho acorde a su desarrollo. Por esta razón no debes ni forzarle a tomar el pecho ni restringirle el alimento, aunque haya comido hace poco.

La lactancia se debe dar siempre a demanda, es decir, cuando el bebé lo pida y no según unos horarios concretos establecidos. Algunos niños mamarán cada 2 horas y otros cada 3. Incluso el mismo bebé puede variar en sus horarios de un día para otro.

Asegúrate que toma toda la leche de un pecho antes de cambiarlo al otro

Antes de cambiarle de pecho, debes estar segura de que ha extraído toda la leche de ese mismo pecho ya que, de lo contrario, puedes sentir molestias que pueden provocar congestión u obstrucción del conducto mamario. Además, la leche del final de la toma es más rica en grasa y calorías, lo que será más nutritivo para el bebé y hará que se sacie más.

Haz que dar el pecho sea “vuestro momento”

Es imprescindible que dar el pecho sea un momento de paz y tranquilidad, sobre todo los primeros meses de vida del bebé. Una habitación tranquila, luz cálida y una posición cómoda reforzará vuestro vínculo y hará que todo fluya con naturalidad. Además, una buena postura al dar el pecho previene posibles dolores o flujo incorrecto de la leche. No dudes en utilizar almohadas o cojines para garantizar esta comodidad, tanto para ti como para tu peque.

Buena higiene y ropa cómoda

Para prevenir grietas o lesiones en los pezones, o evitar que empeoren, debes limpiar la zona con agua, evitando jabones que puedan secar más la zona o cremas, a no ser que las recomiende un especialista. Llevar sujetadores apretados y con aros no solo será incómodo, sino que puede producir molestias, infecciones y obstrucción de los conductos mamarios, entre otros. Más vale prevenir que curar, así que hazte con un par de sujetadores de lactancia, sin aros, de algodón y con un cierre cómodo.

Confía en ti misma

Es normal que la caída de hormonas después del embarazo, el estrés y la falta de descanso te lleven a pensar en abandonar la lactancia, pero debes saber que este sentimiento es normal. No abandones, recuerda que eres la mejor fuente de alimentación para tu bebé y la frustración es parte del proceso de aprendizaje. Para sobrellevar estos momentos difíciles puede serte de mucha ayuda hablar con otras madres que estén en tu misma situación, ellas te entenderán mejor que nadie. Tampoco dudes en pedir ayuda a tu pediatra o matrona.

Buen agarre del bebé

Asegúrate de que tu bebé se agarra bien al pecho y succiona correctamente. Si produces más leche de la que el pequeño toma, utiliza un sacaleches para que no se acumule, ya que esta acumulación puede llevar a problemas mayores. Una vez se haya establecido la lactancia materna y el bebé se agarra bien al pecho, puedes introducir el chupete o las tetinas artificiales.

Para saber si el bebé se ha enganchado correctamente, debes fijarte en que su boca cubre el pezón y parte de la aréola y sus mejillas están hinchadas, no hundidas. Su oreja, su hombro y la cadera deben formar una línea recta. Además, su barbilla debe tocar el pecho. El enganche no debe ser doloroso y oirás al bebé succionar. El bebé debe ir al pecho, y no al revés.

Lo más importante es que tanto tú como tu bebé disfrutéis de esta etapa única en vuestra vida. La lactancia puede ser complicada a veces, pero es un periodo maravilloso y especial.