Los terrores nocturnos son episodios de gritos, miedo intenso y agitación del cuerpo mientas el niño está dormido. Son diferentes de las pesadillas y, al día siguiente, el niño no se acuerda de este episodio.

¿Qué son los terrores nocturnos?

Los terrores nocturnos son una interrupción del sueño que parecen similares a una pesadilla, pero son mucho más dramáticos. El niño parece despierto, pero en realidad sigue dormido y grita, se agita, se mueve sin control y parece aterrorizado.

En torno a un 6% de niños tiene terrores nocturnos en algún momento de su vida, más comunes entre el año y los 8 años.

Los terrores nocturnos ocurren durante la fase de sueño no REM (normalmente en la primera mitad de la noche) y son una reacción de miedo que tiene lugar durante la transición desde esta fase de sueño a la fase de sueño REM.

Durante estos episodios (que suelen durar unos 5 minutos) el niño puede sentarse en la cama muy alterado, gritando, llorando y con expresión de terror. Respira más rápidamente, suda y puede agitar brazos y piernas. Aunque parezca despierto, sigue dormido y, una vez se le pasa, vuelve a acostarse tranquilo y continúa durmiendo como si nada. Al día siguiente, no recuerda nada de lo sucedido, al contrario de las pesadillas, que sí se recuerdan.

Pero no es la única diferencia con las pesadillas, estas ocurren en la fase del sueño en la que se sueña, entre las 2 y las 6 de la madrugada, el niño se despierta y sí recuerda lo que ha soñado.

Mientras que los terrores nocturnos son episodios parecidos al sonambulismo ya que ambos tipos de trastornos del sueño tienen lugar en las fases 3 y 4 del sueño.

¿Por qué se producen los terrores nocturnos?

Los terrores nocturnos son provocados por una sobrexcitación del sistema nervioso central (SNC) durante el sueño, por lo que son más habituales tras un día cansado o estresante, en niños con problemas de sueño, al tomar un medicamento nuevo, cuando el niño está enfermo o en épocas de cambios.

Esta hiperactivación del sistema nervioso central puede ocurrir porque el cerebro del niño aún está madurando y es más frecuente n niños con antecedentes familiares de terrores nocturnos o sonambulismo.

Los terrores nocturnos pueden ser un hecho aislado o sucederse con regularidad.

¿Qué hacer si mi hijo tiene terrores nocturnos?

Los terrores nocturnos no necesitan tratamiento ni suponen un problema y, en general, desparecen solos a medida que el niño crece. Sin embargo, sí es importante que sepas cómo actuar cuando tu niño sufra uno de estos episodios:

Nunca trates de despertarlo. Lo mejor es dejarlo tranquilo y solo moverlo si está en peligro de caerse o hacerse daño. Si no, es mejor no tocarlo y esperar a su lado a que el episodio se pase.

Háblale con voz pausada y tranquila y permanece en calma. Resulta aterrador ver a tu hijo así, pero recuerda que no le pasa nada malo y que se pasará en unos pocos minutos.

– Si estos episodios suceden con regularidad, cierra bien las ventanas antes de acostaros, pon una verja en las escaleras y ten cuidado con objetos peligrosos.

– Para evitar los terrores nocturnos, reduce el estrés de su vida, establece unas rutinas y horarios de sueño, procura que duerma las horas suficientes según su edad y comprueba que no está teniendo ningún problema en casa o en el colegio.

Ante cualquier duda, consulta con su profesional de pediatría.