La comunicación es una de las conexiones más fuertes y deseadas que existe entre padres e hijos, sobre todo entre la madre y el bebé. Desde que el bebé está formándose en el interior de la madre, ya puede escuchar lo que dices.

Siempre se ha dicho que es bueno hablar a la tripa cuando el bebé está dentro. No es una simple costumbre, sino que todos los estudios demuestran que este acto fomenta las conexiones neuronales y su posterior desarrollo. Aunque es imposible que entiendan lo que decimos, desde ese momento el feto puede oír y reconocer el ritmo y las voces de sus padres.

A partir de su nacimiento, según la edad que tengan, van desarrollando y aprendiendo la forma de comunicación y de entendimiento.

En su primer mes de vida, ya es capaz de distinguir el tipo de emoción que se le trasmite, rabia, alegría, tristeza, nerviosismo… Por eso, piensa bien cómo quieres dirigirte a él. En menos de un mes ya captan muy bien el tono, la sonrisa o las palabras.

De dos a tres meses el bebé es capaz de entender una sonrisa e incluso te sonreirá. También empieza a imitar sonidos y balbuceos. En estos meses intenta comunicarse contigo a su manera. A partir de los tres meses empieza a reconocer su “yo”, es decir, sabe cuándo se dirigen a él por su nombre. Reconoce su nombre. También distingue a sus allegados entre los desconocidos.

Antes de cumplir el año de vida diferencia entre “no” y “sí” y entiende órdenes sencillas como el acto de que le mandes comer, beber, etc. Llegará uno de los momentos más esperados por los padres: pronunciará las primeras palabras que generalmente serán “papa” o “mamá”. Normalmente acostumbran a decir antes “papá” porque tiene una fonética más fácil para ellos. Hasta los 18 meses no realizará frases sencillas.

Cuando llega a los dos años y en adelante mejora mucho su comprensión y su comunicación, aunque quizá aún tenga problemas de pronunciación. A partir de los seis años, cuando ya empiezan a ir a la escuela, sin contar el periodo de infantil, su empatía y sus relaciones sociales aumentan al estar en contacto con muchos otros niños. También cumplirán mejor las normas y las reglas que se les ordenan.

Debes saber que estos avances no son exactos para todos, sino que cada niño desarrollará sus capacidades cuando pueda o quiera, unos antes y otros más tarde, pero no debes preocuparte.

Solo debes preocuparte en casos muy extremos, cuando, por ejemplo, con 15 meses de vida tu bebé no sonríe, no se fija o no reacciona. En estos casos, deberás llevarle al pediatra para que le haga una revisión y averigüe si pasa algo.