La contaminación es mala para la salud y, de hecho, cada año mueren en torno a 7 millones de personas de enfermedades derivadas de la polución. Pero la contaminación atmosférica, del agua o de los alimentos no solo es mala una vez nacidos, sino que también es muy perjudicial para el desarrollo del feto.

¿Cómo afecta el medio ambiente al embarazo?

Un embarazo sano es fundamental para asegurar el correcto desarrollo y crecimiento del feto. Por eso, durante estos 9 meses hay que controlar lo que se come, se bebe, se hace… El problema es que, algunas veces, estamos expuestos durante la gestación a contaminantes o sustancias químicas de las que es complicado evadirse. Por ejemplo, si vives en una gran ciudad, la polución formará parte de tu día a día.

Está demostrado que el sistema reproductivo de las mujeres embarazadas es especialmente vulnerable a sustancias nocivas presentes en el medio ambiente. Tanto la fecundación, como la implantación y posterior desarrollo del feto, pueden verse afectados por sustancias tóxicas provenientes del entorno, aumentando el riesgo de sufrir aborto espontáneo, defectos congénitos, parto prematuro, retardo del crecimiento fetal o incluso muerte perinatal.

Además, un estudio dirigido por Tracey Woodruff J., profesor de Obstetricia y Ginecología y Ciencias Reproductivas en la Universidad de California en San Francisco, EUA, junto con el Centro Nacional de Estadísticas de Salud, Centros para el Control y Prevención de Enfermedades, afirma que la contaminación del medio ambiente puede causar el bajo peso del bebé al nacer.

Y es que la exposición de la embarazada a plaguicidas, disolventes y contaminantes orgánicos persistentes pueden afectar a la salud del feto. Incluso puede afectar a la salud y calidad de los óvulos u los espermatozoides, lo que puede dar lugar a malformaciones en el feto.

Si bien es cierto que la placenta es una barrera protectora, no es capaz de evitar que todas las sustancias perjudiciales la atraviesen, afectando al feto. Algunas sustancias pueden atravesarla y penetrar en la sangre fetal. Por eso, es importante cuidar lo que se come y se bebe en estos meses, evitando todo aquello que pueda tener contaminantes o químicos.

Por ejemplo, se sabe que, en las primeras dos semanas después de la concepción, el feto puede ser letalmente susceptible a los efectos tóxicos del benceno, el plomo o el metil mercurio. Entre la tercera y la novena semana de gestación, cuando se produce la organogénesis o formación de los órganos principales del feto, hasta un 3% de los fetos pueden desarrollar defectos congénitos, de los cuales, hasta el 15% pueden haber sido causados por factores ambientales químicos, radiaciones, virus y medicamentos.

Respirar altos niveles de ozono y monóxidos de carbono durante la gestación aumenta el riesgo de que el bebé nazca con malformaciones faciales y cardíacas.

La exposición de las embarazadas a dosis de radiaciones excesivas -por ejemplo de rayos X- también puede acarrear consecuencias graves sobre el feto, particularmente cuando dicha exposición ocurre entre la octava y la decimoquinta semana de embarazo, cuando se está formando el cerebro, lo que puede causar retardo mental.

Y, a la larga, la contaminación en el embarazo puede causar al bebé afecciones infantiles respiratorias, alteraciones del desarrollo neurocognitivo e, incluso, cáncer.

¿Qué se puede hacer para evitar estos problemas?

– Controla todos los alimentos que consumes. Evita los productos químicos y los plaguicidas en los mismos, potenciando la comida ecológica. Los pescados azules grandes, por ejemplo, contienen mucho mercurio, así que no los consumas en el embarazo.

– Reduce los paseos por zonas con mucha contaminación atmosférica y evita hacer deporte al aire libre si en donde vives hay mucha polución. Si puedes, sal a pasear al campo.

– Fumar es malísimo para el feto, pero ser fumadora pasiva también, así que evita los ambientes con humo y no estés mucho tiempo en espacios cerrados con gente que fuma.

– Los pesticidas, las pinturas con plomo, los disolventes de pinturas, el esmalte de uñas o los vapores de la gasolina pueden contener compuestos tóxicos y nocivos para la futura madre, así que evita estas sustancias.

– Evita los envases de plásticos, contienen derivados del petróleo que son muy contaminantes y perjudiciales para la naturaleza y para tu salud.