La carne es una importante fuente de proteínas y otras vitaminas esenciales para el correcto crecimiento de los más pequeños.

 

A partir del sexto mes, el estómago de los bebés ya es más maduro y está preparado para dejar la lactancia exclusiva. Lo primero que se introducirá en su dieta serán las verduras, frutas y cereales y poco a poco se irán ampliando las opciones. La alimentación complementaria se debe hacer de manera progresiva para observar cómo la va tolerando el pequeño: una vez el bebé coma bien cierto alimento, podemos pensar en agregarle el siguiente.

 

La introducción de la carne en la dieta infantil, el tercer grupo de alimentos después de las frutas, verduras y cereales, se hará a partir del séptimo mes. Algunos bebés la aceptan sin ningún problema, pero otros la rechazan o no la toleran bien; si es así, esperaremos una semana o más para volver a intentarlo.

 

Cómo introducir la carne en la dieta del bebé

 

La carne es una importante fuente de proteínas que refuerza el sistema inmunológico y aporta hierro y otras vitaminas necesarias para el organismo así que no debe quedar de lado en la dieta de los más pequeños. Al principio, el aporte diario recomendado será de entre 20 y 25 gramos máximo, hay que tener cuidado con las cantidades porque un aporte extra de proteínas puede ocasionar problemas de obesidad cuando los niños sean mayores. A partir de los 9 o 10 meses aumentaremos la cantidad en 10 gramos.

 

La mayoría de los niños, al principio, no acepta la carne porque es un nuevo sabor y tiene un textura extraña para ellos, así que las primeras veces lo mejor es ofrecérsela triturada junto con el puré de verduras. Las piezas más adecuadas son las más magras y que no tengan grasa, generalmente, las primeras carnes que se introducen son el pollo o el pavo porque son muy suaves y digestivas. Un poco más tarde se puede empezar con la ternera, y las últimas en agregarse a la dieta del bebé serán el cerdo y el cordero.

 

Hasta que el bebé no sepa masticar, la carne debe ir hervida junto a las verduras y después triturada hasta conseguir un puré ligero y de textura agradable. No se debe añadir ni sal, ni aceite ni ningún tipo de especias. El pollo o el pavo, los primeros en introducirse, deben ir sin piel y hay que tener mucho cuidado con los huesitos. El conejo también es una buena opción para darle a partir de los 7 u 8 meses pero es una carne más difícil de triturar así que hay que escoger las partes más tiernas.

 

Lo importante es que la introducción se haga de manera progresiva y siempre observando cómo lo va tolerando el aparato digestivo del pequeño. Al principio, lo mejor es que todo vaya triturado una vez hemos dejado la carne limpia de grasas, huesos y nervios pero si el bebé ya sabe masticar, podemos darle trozos un poco grandes para que se los vaya comiendo él solito. La carne que no vaya en puré no debe ir frita ni empanada, cuanto más ligera sea la manera de cocinarla mejor (hervida, al horno, a la plancha…).

 

Los embutidos, las salchichas y la casquería debe dejarse a un lado hasta pasado el año o el año y medio, son alimentos con mucha grasa y generalmente llevan demasiados aditivos.

 

¿Y si no queremos carne?

 

En el caso de los padres vegetarianos, no hay por qué preocuparse, siguiendo las instrucciones del pediatra o nutricionista infantil no será necesaria la introducción de la carne tras el destete. Eso sí, para que el pequeño lleve este tipo de dieta se requiere un importante esfuerzo de los padres que deberán estar atentos para que no le falte ningún tipo de vitamina que pueda perjudicar su crecimiento.