La preeclampsia es una complicación del embarazo caracterizada por presión arterial alta y signos de daños en otro sistema de órganos, más frecuentemente el hígado y los riñones. Puede causar graves complicaciones al feto y a la mamá si nos e detecta y trata a tiempo, por lo que es importante conocer sus síntomas.
¿Qué es la preeclampsia?
La preeclampsia es una toxemia o complicación del embarazo que suele desarrollarse a partir de la semana 20 de embarazo y que afecta al 15% de las mujeres gestantes.
Las causas de la aparición de esta enfermedad se desconocen, aunque se cree que es una combinación de factores genéticos, alimenticios, vasculares (vasos sanguíneos) y autoinmunes.
Asimismo, hay una serie de factores de riesgo que aumentan las posibilidades de padecer esta afección, como primer embarazo, mujeres de más de 40 años, embarazo múltiple, diabetes, hipertensión previa al embarazo, obesidad, etc.
Síntomas de la preeclampsia
– Hipertensión. El síntomas principal es la tensión arterial alta, es decir, igual o superior a 14/9. No obstante, este síntoma solo no marca la preeclampsia, debe ir acompañado de los siguientes.
– Presencia de albúmina (o proteinuria) en la orina, que se detecta por medio de los análisis de orina que se hacen a lo largo del embarazo.
– Menos ganas de orinar.
– Edema brusco y súbito en la cara, las manos, los tobillos o los dedos.
– Aumento súbito de peso, en uno o dos días.
– Dolor de cabeza intenso.
– Mareos y zumbidos en los oídos.
– Cambios en la visión (visión borrosa, ceguera repentina).
– Dolor en la parte superior del abdomen, por lo general, debajo de las costillas y en el lado derecho que puede ir acompañado de náuseas o vómitos.
Consecuencias de la preeclampsia
Esta enfermedad es muy grave ya que el aumento de la tensión impide que la placenta reciba suficiente sangre, por lo que al bebé le llegará menos oxígeno y nutrientes, provocando bajo peso al nacer y déficit en el desarrollo. Incluso la muerte si no se trata.
Además, algunas mujeres pueden desarrollar eclampsia (convulsiones causadas por la toxemia), dolencia muy grave tanto para la salud de la madre como para el bebé.
La preeclampsia aumenta el riesgo de desprendimiento de la placenta. También se puede desarrollar Síndrome de Hellp, que cursa con hemólisis, alteración de enzimas hepática y trombocitopenia.
Por último, la preeclampsia puede dañar los riñones, el hígado, los pulmones, el corazón o los ojos y puede causar un accidente cerebrovascular u otra lesión cerebral.
La buena noticia es que los síntomas son característicos y, si se trata a tiempo, pueden evitarse estas complicaciones.
¿Cómo se trata la preeclampsia?
Para confirmar el diagnóstico, se puede hacer un análisis de sangre, de orina, una ecografía fetal y una prueba en reposo para comprobar cómo reacciona la frecuencia cardíaca del bebé cuando este se mueve.
El problema es que no existe un tratamiento para la preeclampsia, la única manera de que desparezca es dando a luz, por lo que, si se desarrolla en la semana 35 o 36 y el bebé está a término, se provoca el parto para evitar complicaciones.
Si se detecta antes y el bebé es muy prematuro para nacer, se recomienda reposo en cama, control exhaustivo (muchas veces hospitalizando a la mujer) e inducir el parto tan pronto como el bebé pueda sobrevivir fuera del útero.
Mientras, se suele administrar inyecciones de corticoides para madurar los pulmones del feto.
La decisión de optar por parto vaginal o cesárea depende del estado de salud de la mamá y del feto llegado el momento,
Aunque existen medicamentos para controlar la tensión, no suelen usarse en la gestación, ya que pueden ser peligrosos para el feto. Tampoco se recomienda eliminar la sal por completo, pero sí reducirla.
Si la preeclampsia es grave, el médico puede recetar un medicamento anticonvulsivo, como el sulfato de magnesio, para evitar una primera convulsión.
Y si la mujer desarrolla eclampsia o edema pulmonar o el feto pierde bienestar fetal, habrá que provocar el parto, aunque sea pronto, ya que la vida de ambos estará en peligro.