La dermatitis atópica es una enfermedad de la piel que afecta a alrededor del 25% de los bebés. Aunque puede provocar mucho malestar para el pequeño, apenas un 10% de los casos persisten una vez pasados los 7 años de edad. A continuación te contamos todo lo que debes saber.

La dermatitis atópica es una enfermedad que afecta a la piel causando irritación, rojeces, picor, sequedad e incluso heridas y eccemas. Tiene carácter hereditario y se manifiesta principalmente en bebés debido a que su piel es más fina, delicada e inmadura, por lo que está menos protegida frente a los factores externos.

Esta condición se presenta principalmente en las mejillas, brazos y tórax si se trata de bebés y, a medida que crecen, se desarrollará en aquellas zonas donde hay pliegues como en el interior del codo, de las rodillas, en los pies, en el cuello y alrededor de la boca y los ojos. En la edad adulta, la enfermedad afecta a un 20% de la población, aunque suele ser en forma de brotes. Estos brotes de dermatitis solo se manifestarán según la época, estrés, cambios bruscos de temperatura, etc.

A pesar de que se trate de una enfermedad común y leve, afecta la calidad de vida del bebé, pues los síntomas más frecuentes son el picor, la sequedad y la inflamación. Para evitar que la enfermedad se agrave, se recomienda seguir una serie de recomendaciones como:

  • Evita sustancias potencialmente irritantes como, por ejemplo, algunos detergentes, humos, productos químicos, algunos perfumes con alcohol, etc. También la lana y algunos tejidos sintéticos pueden provocar irritaciones en la piel, así como la alergia al polen, algunos alimentos, mascotas, polvo o ácaros.
  • Evita el exceso de sudoración. Abrigar demasiado a los bebés, especialmente en verano, puede hacer que suden demasiado, lo que también está vinculado con la irritación de la piel.
  • Prioriza la ropa hecha de algodón y lino, materiales más respetuosos con la piel del bebé. Es mejor no usar suavizantes a la hora de lavarla, pues puede empeorar la dermatitis.
  • Dale baños de agua templada. Los cambios bruscos de temperatura o la exposición a agua demasiado caliente puede desatar un brote de dermatitis. También es bueno que los baños sean más bien cortos, que no excedan los 10 minutos y, a la hora de secarle, mejor dando toques y sin frotar en exceso.
  • Jabones y cremas para la dermatitis. Es importante que utilices un jabón recomendado para su tipo de piel atópica, respetuoso con su barrera natural y que sea hidratante. Después del baño no olvides hidratarle la piel con una crema humectante también adaptada a su tipo de piel ya que, como hemos mencionado anteriormente, la dermatitis produce sequedad y por ende picor.
  • El contacto con el sol puede ser beneficioso, siempre que sea con protección y de manera controlada. Se ha demostrado que, durante el verano, disminuyen los cuadros de dermatitis.
  • Intenta que el niño no se rasque, pues esto aumentará la sequedad, irritación y posibilidad de que aparezcan eccemas. Si el pequeño tiene una edad, trata de razonar con él para que entienda que rascarse es contraproducente. Mantener la zona limpia e hidratada evitará el picor y, por tanto, el rascado.

Es importante que sigas siempre las recomendaciones del pediatra y dermatólogo del peque, ya que podrían recomendar el uso de antihistamínicos orales en el caso de que el picor fuese muy intenso. Podría recetarles también cremas con corticoides si tuviese eccemas muy inflamados.