La polución no afecta solo a nuestro aparato respiratorio, sino que afecta a todo nuestro organismo y, especialmente, a la piel, el órgano más expuesto a la contaminación ambiental.

Aumento de la contaminación

En los últimos 20 años la contaminación ha aumentado un 80% y sus consecuencias son demoledoras para la salud de todo nuestro organismo. La superpoblación de las grandes ciudades, la industrialización, la reducción de espacios verdes… ha causado un gran impacto en el aire, el agua y el suelo, contaminándolos.

En el caso de la contaminación del aire, los grandes responsables son las emisiones de los coches, las calefacciones y las industrias. A estos tóxicos disueltos en el aire hay que añadir el efecto nocivo de los rayos ultravioletas del sol, que no son filtrados adecuadamente por la capa de ozono debido al “agujero” que hay en esta capa.

Otros contaminantes que afectan a nuestra piel son los pesticidas y herbicidas, los disolventes y productos de limpieza, el tabaco…

¿Cómo afecta la polución a nuestra piel?

El cuerpo humano tiene una extensa superficie de interacción con el medio, tanto a través de la piel, como de las mucosas.

Desde el punto de vista dermatológico, la polución afecta a nuestra piel:

– alterando la barrera cutánea, con lo que estamos más expuestos a infecciones y enfermedades como el cáncer de piel.

– deshidratando la piel y causando la aparición de arrugas.

– contribuyendo a la aparición de manchas pigmentadas.

– agravando enfermedades inflamatorias como el acné o la dermatitis atópica.

– disminuyendo el brillo de la piel, que se vuelve gris.

¿Cómo proteger la piel de la polución?

– Limpia tu piel y la de toda tu familia a diario, especialmente por la noche para quitar las partículas contaminantes que se hayan podido quedar adheridas. Usa agua tibia y un jabón neutro.

– Sigue una dieta sana rica en productos antioxidantes que evitan el envejecimiento prematuro de la piel al luchar contra los radicales libres, presentes en alimentos como frutas, verduras, cereales integrales, aceite de oliva, pescados azules, etc. Los radicales libres actúan disminuyendo la producción natural de colágeno, elastina y ácido hialurónico, además de deteriorar las membranas de las células.

– Protege tu piel del sol adecuadamente con protectores solares de amplio espectro (contra las radiaciones UVA y UVB) y con un factor de protección medio-alto.

– Bebe mucha agua al día para diluir los tóxicos presentes en nuestro organismo.

– Mantén la piel bien hidratada para evitar la sequedad y reforzar la barrera cutánea de la piel.

– Usa productos higiénicos libres de sustancias químicas y con ingredientes naturales.

– Evita el tabaco en casa, sobre todo cerca de los niños pequeños.

– Utiliza humidificadores y purificadores del ambiente en interiores.